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jueves, 9 de octubre de 2014

Ser un fracasado

Ser un fracasado en la vida. 
Así, sin más. 
Cuando de pronto empiezas a darte cuenta de que las cosas que soñaste hacer, parecen tardar más de lo que esperabas o definitivamente ya es muy tarde para tratar siquiera de realizar esos sueños.
Levantarse temprano y sentir que algo te falta. Lavarse los dientes con la sensación de vacío como pasta dental. Lavarse la cara, como si borraras con ello alguna expresión que te hacía feliz antes. Vestirse como si te prepararas para ir a un lugar inhóspito, frío, solitario...
¿En qué momento me encontré a mí mismo en este lugar? ¿En qué momento olvidé las ganas que tenía de vivir mi propia vida, de encontrarme a mí mismo, de saber quién era, de sentir amor, de vivir cada segundo lo más intensamente posible?
Mirarse a los ojos en el espejo y preguntarse...¿Qué es lo que falta? ¿Cuál pieza del rompecabezas? ¿Qué parte de mí, qué brillo en mis ojos que se ha difuminado sin que yo lo notara?
Hace algunos años, cuando salí del colegio (parecen siglos), creí que tenía una gama infinita de posibilidades en mi mano, que podía hacer lo que quisiera, ir donde quisiera, lograr lo que quisiera, triunfar. Tener éxito. Cambiar el mundo.
Pensé: "Voy a ser feliz. Voy a tomar todas mis herramientas, todas mis ganas y toda mi pasión y voy a trabajar para ser feliz. Sí. La felicidad está cerca".
No me di cuenta de lo que eso significaba. Una felicidad a futuro. Una realización a futuro. Unas ganas y una pasión orientadas a un futuro.
Como tomar un montón de billetes e invertirlos en el aire. Como acumular un montón de ladrillos para construir una casa y lanzarlos en el mar, esperando ese futuro. Ese futuro inexistente.
Solía pensar que todo estaba orientado a eso. Éxito. Futuro. Una especie de premio que podría exhibir, poner en un estante y guardar por los años. Que todos los vieran. Que lo miraran mis amigos, que lo presumieran mis padres, que lo comentara mi familia. Que se sintieran orgullosos de mí. 
No me di cuenta de lo que eso significaba. De verdad.
¿Es extraño dejar 3 carreras universitarias? Quizás. ¿Es malo? Quizás. ¿Es triste? Mucho.
Algunas de las personas que están a mi alrededor piensan que fue una especie de capricho. Una especie de caballo sin riendas.
No lo fue. 
De pronto me encontré a mí misma con ese montón de diplomas acumulados en un cajón, con el galvano de las mejores calificaciones, con los aplausos de mis papás, con la gente que me decía que estudiara derecho o medicina...ingeniería, enfermería...con los que predecían la vida de la casa lujosa, de los trajes caros, de las fiestas, de los viajes...
Un día me levanté y me sentí vacía. 
¿Por qué? Porque nada de eso era mío. Nada de eso era mi vida. Nada de eso era yo. 
Y fracasé. Les digo. Fracasé 3 veces. 
Cada año, cuando me matriculé en cada universidad, estaba apostando por un sueño nuevo, un pensamiento nuevo, un intento nuevo.
Posiblemente nadie que no lo haya vivido sabe muy bien qué es lo que se siente. 
La decepción de los papás, los retos, la pérdida de confianza, las preguntas incesantes y en su mayoría hirientes, los reproches..."Y ¿Por qué estás haciendo esto?¿Por qué si eres tan inteligente? ¿Por qué si tienes tan buenas notas? ¿Por qué si tienes todo en la vida para ser feliz y para hacer lo que quieras? ¿Por qué te saboteas a ti misma? ¿Por qué nos haces esto?"
Y al final, todo se trata de eso. Soy una fracasada, porque no he hecho lo que ellos querían. Porque les he hecho esto.
Me definen como una fracasada, porque parece que no quiero los trajes caros y la casa lujosa, parece que no quiero la vida de oficina o el montón de billetes. ¿Y qué son los billetes? Yo les diré: algo provisorio. Algo azaroso. Algo que viene y va. Tú puedes acumularlos, puedes ahorrarlos, puedes pensar en el futuro y estaría bien, es comprensible...pero, ¿sabes? Nadie garantiza que dure. Nadie garantiza que eso te haga feliz. 
¿Qué cosas duran? El amor, las personas que uno quiere, los recuerdos bonitos, los amigos, las cosas que uno hace para ser realmente feliz. 
Por ejemplo, escribir un poema que nadie va a leer, pero que te hace inmensamente feliz. O pintar un dibujo horrendo y sin técnica. ¿Les parece conocido? Eso quizás te ponga más contento que ser un premio novel. No lo sé.
Yo era una persona de éxito, digamos. Todo lo que me propuse, lo logré. Entré en las mejores universidades de este país. Saqué buenas notas, o notas decentes, o notas esperables. 
Pero no era feliz. No era una fracasada, como ahora (digamos, como me definen ahora), pero no era feliz.
¿Qué significa ser un fracasado? Si significa que, cuando tenga 49 años, 60 o 70, no me vea al espejo y me dé cuenta de que desperdicié mi vida tratando de hacer sentir orgullosos a otros, quizás prefiera serlo. Si significa que no voy a llegar a mi casa amargada, tratando mal a mi familia, desquitándome con ellos por mi propia frustración, quizás prefiera serlo. Si significa que no voy a perder mis ganas de vivir, que no voy a perder mis ganas de aprender, que no voy a perder mis ganas de hacer algo bueno por nuestra pequeña e imperfecta sociedad, quizás sea una fracasada total.
Y es verdad. Lo reconozco. Nadie quiere ser un fracasado ahora. 
Porque...todos queremos la estrellita dorada, todos queremos el premio, todos queremos el aplauso, todos queremos la sonrisa de satisfacción de los padres cuando se jactan del éxito de sus hijos.
Yo no quería ser una fracasada. No quería llegar a mi casa hecha un ovillo de llanto, de culpa, de dudas...Pero aquí estoy.
Me la he pasado no tan bien, supongo. Igual que todos, porque todos no se la pasan tan bien a veces. 
Pero...¿de qué me sirvió esto? 
Me sirvió para darme cuenta de que la vida no se trata de ser exitoso o no. La vida no es de los que persiguen el éxito, si no de los que prefieren fracasar, equivocarse, aprender...entender que uno solo tiene esta vida. ¿Por qué perderla buscando cosas que no son necesarias? ¿Por qué llenarse de hastío y enojo? Yo quería saber qué es lo que más me apasiona en esta vida. Ya lo sé. 
Me demoré un poco, pero ya lo sé. 
Sin embargo, mis papás no confían en mí. Mi familia me ve con recelo. Mis antiguos compañeros se burlan de lo "bajo que he caído". Soy la perfecta imagen de la fracasada. 
Yo no pedí esto. Les digo, no pedí equivocarme y, evidentemente, no lo hice a propósito. 
Mientras mis papás pensaban que esto era una rabieta, un capricho, una tontera y me recriminaban "por estar haciéndoles este daño", la que estaba más dañada era yo. Otro sueño roto, otra mala decisión, otro intento fallido.
Tuve ganas de rendirme a veces. Pero aquí estoy. De pie.
Si darse cuenta de que uno puede aspirar a algo mejor, más auténtico, más sincero y más propio es ser un fracasado. Lo soy.
Aprendí que la gente no se mide por la cantidad de plata que tenga en el banco, aunque muchos creen que sí. Aprendí que las cosas tienen un valor maravilloso que no es comparable a nada que se pueda vender. Aprendí que no tengo que juzgar a nadie por las decisiones que toma o no toma en su vida...¿Por qué son así? ¿Por qué están como están? Puede que yo no lo sepa realmente, puede que yo no tenga toda la información necesaria como para creerme juez de sus vidas y enrrostrarles sus fracasos. Porque ¿saben? Todos nos equivocamos. Quizás hoy no seas tú, pero mañana puedes serlo.
El éxito, es efímero. 
El fracaso dura un poco más.
El éxito, puede que no te enseñe nada.
El fracaso, si lo aprovechas bien, te aseguro que puede ser el mejor maestro.
Y esto es lo que soy. No puedo ser nada más. Aunque a veces, sobre todo por mis papás, quisiera ser algo mejor. De verdad.
Puede que...ustedes, papás, nunca me perdonen por lo que creen que me he hecho y les he hecho. Puede que ya jamás se vuelvan a sentir tan orgullosos de mí. Puede que ya no puedan presumir mis premios o mis logros como lo hacían antes.
Pero las cosas son diferentes ahora. Yo sé lo que quiero hacer con mi vida, mi propia vida, y no lo que ustedes querían que hiciera.
Yo puedo mirarme en el espejo y a veces encuentro un brillo bonito en mis ojos. Un brillo modesto, debo decir, pero que me alegra mucho. 
Yo me siento sincera. Me siento con la mejor disposición para aceptar lo que la vida me depare, incluso si eso implica volver a ser una fracasada.
Lamento si eso no es suficiente para ustedes. 
Parece que para mí sí lo es.
¿Ser un fracasado? Quizás no lo sea.
Quizás estamos mal y tenemos una definición errada. 
¿Por qué quién ha fracasado más? ¿Ese que aprende y se levanta con energía una y otra y otra vez? ¿O ese que, como escribí en principio, se levanta todas las mañanas para trabajar en un trabajo que no le gusta, para gastar plata que no dura nada, para presumir frente a gente que realmente no le importa? ¿Quién es el fracasado? ¿El que tiene ganas de vivir, o el que está vencido por la frustración y se da cuenta de que nunca hizo lo que realmente quería por vivir la vida que otros querían?
Yo me lo pregunto, así como me pregunto muchas otras cosas.
Yo soy una fracasada ahora, si quieren, si prefieren definirme así como ya lo han hecho otros, pero estoy feliz. Soy feliz. Tengo todas las ganas de ser feliz ahora, de encontrar cosas ahora, de mirar y sentir ahora.
Y no me voy a rendir. Incluso si ustedes, los que juzgan, ya no confían en que pueda salir adelante.
Lo voy a hacer. Porque ya me estoy liberando de las cadenas. 
Ya estoy saliendo a volar, señores. Buen viaje para nosotros, los que aún estamos vivos.
Los que fracasamos, lloramos, somos mal vistos y estamos llenos de reproches de otros. Porque estamos vivos. Porque hemos sufrido lo suficiente como para darnos cuenta de lo lindo que es sonreír después de eso y buscar el éxito después de haber probado el polvo. 
¿Están vivos ustedes? ¿O solo fingen estarlo? ¿Disfrutan lo que hacen y lo que harán o solo quieren que otros crean que lo están disfrutando?
Hay varios tipos de personas. Los fracasados que parecen exitosos, pero están vacíos. Los exitosos que fueron fracasados en un momento, pero ahora no. Los fracasados que se rinden. Los fracasados que siguen luchando. Los que siguen durmiendo y aún no se dan cuenta de qué es lo que sucede en sus vidas...
Ser fracasado. Ser exitoso. Estar despierto. Estar dormido. Estar dudoso. Estar seguro.
Estar vivo vivo vivo. Estar muerto. O estar muerto en vida.
Mi estado de fracaso no va a durar cien años. Me di cuenta a tiempo, por suerte.
Y doy gracias, porque de no ser por estos grandes fracasos, no podría haber aprendido las cosas que aprendí. No podría haber notado que puedo hacer cosas maravillosas. No podría buscar ese éxito sincero que no busca el éxito precisamente, sino la felicidad.
Como siempre...uno decide. 

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