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martes, 14 de octubre de 2014

Las llaves. Las llaves. Las llaves...

Salgo de la casa y reviso 3 veces si apagué el gas. En la puerta del patio reviso si llevaba las llaves. ¿Las llevo? Sí. Doy dos pasos. ¿Las llevo? Sí. Tres pasos más. ¿Segura de que las llevaba? Sí.
Ya en la puerta de la calle las reviso por cuarta vez.
Se hace tarde. Ya, ya, ya. Última oportunidad: ¿Llevo las llaves, de la casa, en el bolso?
Están aquí, igual que cuando salí al principio. No se han desvanecido. Siguen aquí. Està bien. Odio revisar tanto las cosas, pero temo que se esfumen. Haré sonar las llaves para asegurarme por última vez que están aquí. Qué lindo suenan. Salgo de la casa.
Camino. Por la calle, camino. Llevo 20 pasos. Me quedan 20 minutos para llegar. Llevo 30 pasos. Me quedan 19 minutos. ¿Llevaba las llaves? Sí, mujer, las hiciste sonar, ¿recuerdas?
Cuando llevo 50 pasos, se me cuela un pensamiento para ti. No estaba calculado.
10 minutos y 5 cuadras. Hago un poco más lentos mis pasos. Quiero llegar a la hora exacta. Ni antes ni después. Deslizo la mano suavemente hacia el bolsillo del bolso, palpo las llaves.
¿Estarás bien? Eso espero, de verdad.
¿Fue verdad todo esto? ¿Nuestra cercanía? ¿Nuestro amor? ¿Nuestras conversaciones, nuestras caminatas, nuestras risas?
Ojala pudiera revisar si realmente estuviste aquí antes, así como las llaves, las llaves, las llaves...
¿Estuviste aquí antes? ¿En mi vida?
¿Apagué el gas?
Te extrańo. Te extraño. Te extraño. Mejor me aseguro: es verdad que te extraño. Lo pienso 7 veces. No. Prefiero un número más cerrado. Te extraño, 10 veces.
Llegué justo a tiempo. Dejé el sobre en el buzón. Pero ya nadie escribe cartas, ya nadie escribe a mano, ya nadie compra estampillas, ya nadie las echa en un buzón, ya nadie se asegura de que las cosas a su alrededor sean reales. Todo es muy enloquecedoramente instantáneo.
¿Guardé la carta o la envié a la hora? ¿La envié?
Un señor me mira. Me acerco. Ojala no tuviera que hablarle. Soy tímida. Meda vergüenza. Pero pero pero...pero tengo que asegurarme.
¿Usted sabe si yo eché la carta en el buzón? ¿Me vio hacerlo? ¿Puede probarlo?
Camino de vuelta. Saco las llaves y las hago sonar. Sí las llevo. Qué aliviador sonido.
¿Qué decía la carta? El señor dijo que me vio echarla al buzón. Le creo, porque no es yo.
Me aseguro de lo que decía la carta. Repaso las palabras en mi mente:
"Aunque suene cursi, permíteme escupir el corazón, que me creaste, con toda la sinceridad del mundo. Estoy abrumadoramente triste, es verdad. Entre tanta alegría junta y tanta energía juvenil derrochada, estoy brutalmente triste. Aunque ninguna palabra logra tocar siquiera una gota de esa tristeza. Las palabras están lejos, como todos. No sé si son reales, pero me permiten saber que estuviste aquí en algún momento. Me aferro a ellas como si quisiera abrazarte. No. No "como si...", quiero abrazarte. Al menos una última vez. Una sola.
¿Qué será esta carta para ti? ¿La leerás?
Ya no tengo que asegurame de esto. Porque sé que pasó...Tú estuviste en mi vida e iluminaste todas mis dudas con tu segura presencia. Te creo, porque no eras yo, pero eras parte de mí. La única parte que sé que existe. ¿Existieron mis otras partes tambaleantes en tu vida?
¿Existo yo?
Te extraño, de verdad.
Te extraño.
Ya sé que no quieres más cartas.
Pero es que...parece que ya nada es verdad aquí. No confío en mis revisiones, así es que tengo que asegurarme de todas las cosas.
De ti no dudé nunca. Pero no te encontré en mi última revisión. Te quiero. Ya no estabas. Te quiero. ¿Estuviste? Las palabras son mi último y desesperado reconocimiento de ti ahora. De tu presencia existente, luminosa, real.
Te amo.
Ahora ya no estás.
Te amo. Te quiero. Te extraño. Te amo. Te quiero. Te extraño. "
60 pasos. 30 minutos. Tomo las llaves y las miro. Sí las tengo.
Sí estuviste aquí, lo sé. Lo que siento es real y no tengo que asegurarme.
Qué dolor más feliz. Qué alegría más agonizante.
¿Estoy aquí yo? ¿Apagué el gas? ¿Llegué a la hora exacta? ¿Llevo las llaves? ¿Apagué el gas? ¿Mandé la carta? ¿Lograré recordar mi existencia cuando tú ya no estés ni siquiera en mi mente?
Las llaves. Las llaves. Las llaves...

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