Si no tienes nada que decir, no escribas. Entonces morirás y veremos qué hacemos sin ti. Dicen que nadie es irremplazable y, probablemente, encontraremos a otro que ocupe tu lugar.
Si vas a comer sin tener hambre, mejor olvídate de las cosas más misteriosas de la vida.
Tener hambre a veces hace bien. Tener sed a veces es vital.
Sufrir por amor es lo más sensato que podrías hacer.
Llorar a gritos es lo más hermoso que podrías experimentar. Mientras sientes que tu corazón es arrastrado por millas y millas de cemento azul, donde van creciendo árboles de metal…también azules. Árboles que podrían arrancarte los ojos, quitarte la visión, destrozarte la piel, magullarte la mente y punzarte los recuerdos…pero que no te quitarían las ganas de vivir si consideras que aún vale la pena dejarse matar por algo que duele dulcemente.
Quizás tengas ganas de apretarte los dedos con una puerta alguna vez.
O pienses con angustia en el suicidio.
O tengas ganas de sentir celos y enojarte.
Podrías sentir ganas de pincharte el dedo con un alfiler sin querer, algún día.
O de quemarte con la plancha cuando tratabas de saber si estaba caliente.
Aprenderás cosas. Sentirás cosas. Verás cosas que muchos han visto, pero que nadie ve de la misma manera. Ojala que esas cosas te parezcan realmente asombrosas, porque lo son sin que muchos lo noten.
Ojala te des cuenta de todos los matices y todos los colores que se esconden en una herida abierta y en carne viva.
No seas sumiso, pero, de vez en cuando, ábreles el corazón para que te lo destrocen. Cuando sientas que puedes resistirlo…o cuando sientas que no puedes resistir más sin sentir nada. Cuando sientas que te da asco la comodidad de todos los días que ya se sabe cómo vendrán.
De vez en cuando, embriágate y di cosas absurdas. Pierde el control de tus pies. Deja que tus amigos se rían de ti o contigo.
Deja que alguien te rescate, te cuide, te salve o te abrace. Aunque todas las anteriores sean reversibles y nunca durables.
Alguna vez escucha la música tan fuerte que no puedas oír nada más que eso.
Alguna vez distráete en clases, o no cumplas con tu deber. Alguna vez haz una travesura por la que no pidas disculpas.
Quizás algún día descubras que con eso, tus ojos empezarán a brillar más. Más fuerte, más alto, más amarillo. Tal vez notes que te vas haciendo más liviano y que entiendes más cosas, aunque no las puedas explicar a nadie.
Tal vez notes que podrías enseñar cosas sin abrir la boca siquiera. Y que todo lo que enseñes, nunca será recibido como lo enviaste.
Es parte del juego.
A lo mejor estarás sentado en tu casa y te darás cuenta de que tienes muchos recuerdos que importan mucho.
No son esos recuerdos que se pueden poner en un libro que será un best-seller. No son esos recuerdos que puedas filmar en una película y alcanzar la fama ganando un Óscar. No son esos recuerdos que puedan hacer reír a otros más que a ti y a tus amigos cuando solo basta una mirada para recordar el viejo chiste y volver a reír con ganas.
No es como que lo vayas a poner en una canción.
No es como que lo vayas a publicar en tu muro de facebook.
No es como que lo vayas a dibujar en algún bosquejo surrealista.
No es como que valgan millones.
Pero son tuyos. Y puede que solo para ti sean importantes. Vitales.
Sal a mojarte en la lluvia en algún momento de tu vida. No te preocupes por el resfriado, todos se resfrían alguna vez. Resfríate con ganas.
Pisa los charcos y salta en las hojas del otoño que creas que pueden sonar. Si no suenan cuando las pisas, busca otras.
Da un portazo si te sientes enojado.
Bésalo de una buena vez si te gusta mucho, aunque nadie sepa que te gusta. Aunque te parezca que es demasiado pronto. Aunque la gente puede decir que no es correcto. Aunque creas que con eso él no te volverá a hablar más. Aunque temas a sentir amor o a ser lastimado. Aunque te aterre el compromiso.
Lo más sensato que puedes hacer es sufrir por amor.
Sé tú mismo. Sé bien imperfecto. Enójate. Haz show. Deja que la gente te mire con cara de vergüenza ajena de vez en cuando. Deja que se enojen contigo o que te encuentren terriblemente incorrecto.
Les darás algo de qué hablar por unos días. Les permitirás no pensar en lo miserables que pueden llegar a ser por tratar de ser perfectos.
En algún momento pinta un grafitti a escondidas.
Huye de alguien. Escapa corriendo.
Juega al rin-rin-raja.
Deja que un perro amable te persiga y te muerda, o quiera botarte de tu bicicleta.
Descubrirás que con eso, puedes ser algo más feliz, aunque nunca feliz por completo.
Estás vivo y tienes que recordártelo a ti mismo. Vence a la muerte diaria. Vence a la muerte diaria de los demás.
La perfección no es tan bonita como parece.
La felicidad está sobrevalorada, ojos brillantes.
Amarillo. Rojo. Azul. Verde.
Píntalos por todas partes.
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