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miércoles, 10 de diciembre de 2014

El dulce y brutal conejo

El dulce conejo,
sobre la madriguera de mi cama,
con las orejas alertas,
y los ojos inyectados en duda,
esperando el momento de saltar.
Esperando el momento de saltar.
Corre las cortinas,
que nadie lo sepa,
que si lo saben,
nunca va a saltar.
Nunca va a saltar.
Ya suena el reloj,
ya se acaba el tiempo,
ya hay que correr,
ya hay que marchar.
El dulce conejo,
sobre la madriguera de mi libro,
con las patas energéticas
y los bigotitos temblorosos de avidez,
esperando el momento de saltar.
Esperando el momento de saltar.
Cierra las puertas,
que nadie te vea,
que si te ven,
lo van a querer cazar.
Lo van a querer cazar.
Me siento a tomar té,
mientras miro el periódico,
pero nada de esto es real,
nada de esto es real.
La blancura de su piel me infunde cierto miedo punzante,
pero también curiosidad.
¿Qué tiene un conejo que no tiene un león?
¿Qué tiene un conejo que no tiene la realidad?
¿Qué hay de abismo en esto, que hay de maldad?
Cuestionar, cuestionar.
Cuestionar, cuestionar.
El dulce conejo,
sobre la madriguera de mi cabeza,
con los dientes feroces
y las uñas creciendo,
esperando el momento de saltar.
Esperando saltar.
Hay un instante de silencio,
seguido del tic tac,
hay un minuto de cobardía,
seguido de libros azotándose contra el piso,
hay un segundo de trémula marcha atrás,
correr al pasado,
pero es tarde ya,
cuando aparece el conejo...
¿Cómo puedes no querer seguirlo?
¿Cómo puedes no querer atravesar una muralla entera y quemar por completo esta ciudad?
¿Cómo puedes no querer tomar libros y construir, construir, construir madrigueras?
Abre los ojos,
respira profundo,
abre las puertas,
corre las cortinas,
que todos nos vean,
que todos nos oigan,
que todos lo sepan,
que nos vengan a cazar.
Que nos vengan a cazar.
El dulce conejo,
el conejo brutal,
con el reloj palpitando en la mano,
con los ojos inyectados en ideas,
con las patas crepitando los gritos de las marchas,
con los bigotitos apuntándonos,
esperando el momento de saltar.
Esperando el momento de saltar.
Hay que correr,
hay que gritar,
hay que marchar,
hay que dudar,
hay que cambiar,
hay que saltar, ¿Es esto realidad?
¿Es esto realidad?
Esperando saltar.
El reloj suena fuertemente,
desata un terremoto,
desata los nudos de mi casa,
revienta las ventanas.
Esperando saltar.
¿Qué tiene un conejo que no tiene un dragón?
¿Qué tiene un poema que no tiene un sermón?
Ya vamos a saltar.
Vamos a saltar.
El dulce conejo,
el conejo brutal.

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