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sábado, 7 de febrero de 2015

Lo inentendible

Crear la vida como si fuera cierto que la vida puede ser creada y descreada, sin que se encapriche con descrearnos a nosotros antes de eso.
La historia surgió del suelo, con la boca llena de punzantes dudas, como siempre.
Una vez que salí de la cápsula en la que vivo decidí correr para sentir el viento en el rostro.
Lejos de todo.
Lejos de la vida y la muerte y los tributos tan grandes que cobran.
Con la ilusión de que somos herméticos.
Y mientras más corría, más fuerte sentía la soga que se pegaba a mis costillas y tiraba de mí hacia todo eso. Sentí que mi caja torácica se haría añicos, pero corrí con más fuerza para sentir mejor.
Porque...no tiene sentido si no se siente. No tiene sentido si vivo en la comodidad de mi sofá, aunque me encante de vez en cuando.
¿Crees en el amor?
¿Crees en la vida?
¿Crees en la muerte?
¿Crees en la amistad?
Alejandra hacía que su cuerpo delgadito escapara de todos lados y abandonara a las personas que involucraban alguna pequeña dificultad.
A veces veía su pelo ondulante en el metro, pero sabía que no era ella, porque no estaba escapando de nadie.
Y es que en realidad era obvio que un día escaparía de nosotros también.
Pero mientras más lo sabía, más me aferraba a no escapar yo, a no dejarme escapar yo, porque ya había huido suficiente y la vida siempre estuvo para aparecer en mi camino y sorprenderme otra vez.
Sentí que me haría asmática si seguía tratando de respirar ese aire que quería sentir en el rostro, pero ni modo, seguí respirándolo,
Y tú, Alejandra querida...Pensabas que crecías con eso, pero no.
Como si huir fuese crecer.
Pero soy dura contigo, lo sé. Sé que en realidad nunca tuvimos otra opción.
Había huidas más reales que otras, había caminos más interesantes, había gente que no nos iba a dañar con solo mirarnos a los ojos.
Pero una parte de mí entendía hasta lo inentendible.
Escucho los reproches a veces, cuando camino por la calle pensando en volantines y Psicología.
¿Qué hacer para entender al ser humano?
Quisiera saberlo, pero nunca quisiera saberlo.
Comprendo que esta curiosidad infinita me mantendrá aferrada a esta especie de existencia con graves faltas de ortografía.
Aquí, donde el edificio de la realidad nuestra se ha construido con ladrillos rotos y fierros huecos.
Caeremos constantemente sin dejar de flotar. ¿Cómo? Nadie lo sabe con certeza, pero seguimos aquí, de alguna forma que, si no tiene nada de milagro, no tiene nada de posible.
Un día se me reventaron los ojos de tanto correr.
Había cosas de las que no se debía huir.
Había personas que, aunque dañaban, valía la pena conocer, valía la pena amar.
Pero...¿Crees en algo realmente?
Yo creía en lo que permanece, pero lo que permanece no existe.
Solo existe la costumbre de creer que las cosas permanecerán en algún instante perdido de nosotros mismos. Pero las garras de nuestra humanidad siempre vienen a buscarnos en la noche, siempre vienen a interrogarnos, a cuestionarnos, a criticarnos vilmente.
Pero sobretodo...me levantaba en la noche y seguía caminando. Esperando encontrar un no sé qué que para mí tuviera algo de sentido.
Pero en realidad siempre tuvo sentido esto. ¿Cómo no lo vi antes?
Eso de correr y caerte, eso de sonreír antes de dejar que alguien te mirara a la cara para decirte que la amistad muere, que el amor no existe, que la vida sigue, que nosotros no representamos nada en el orden general de las cosas.
Y tener cierta incredulidad como sistema de defensa.
Pero uno sonríe, porque sabes que en el fondo es cierto, pero nunca lo será.
Había motas de felicidad mientras sentías que alguien te destrozaba el corazón, porque entonces sentías que todo había valido la pena. ¿Eres el mismo ahora? Pues no. ¿Aprendiste algo? Quizás, quién sabe.
Había motas de amor cuando huiste. Posiblemente.
Aunque creo que jamás llegamos a entender lo que había que decir o lo que había que escuchar.
Siempre dejando esa estela temible de amor en todas partes, ese amor tan confuso que se pierde en el odio y el egoísmo, en la resignación y los recuerdos.
Y lo inentendible siempre estaba allí golpeando mi puerta, planteando cuestiones circulares que me dejaban las noches sonámbulas.
Pero yo hubiera querido que siempre hicieras lo mismo, Alejandra. Una y otra vez, desde el principio.
Porque era mentira todo eso que podían decirnos. Porque el amor si existe, porque la amistad no muere, porque algo podemos ser en el orden general aunque no pesemos más que una brizna de polvo universal. Podríamos rasgar todo simplemente y formar un nuevo cuadro.
¿Y por qué se siente que todo es tan efímero de pronto?
Porque lo bonito no dura más que un instante. Que si durara más que eso, nosotros no sabríamos de qué se trata todo esto. No sabríamos lo invaluable que es esto.
Siempre y nunca dicta en nosotros ese principio de perplejidad frente a ciertas cosas que ya conocemos. Pero jamás hablamos de eso. Jamás mostramos nuestras lágrimas más profundas a nadie, jamás sonreímos con todo el brillo que tenemos disponible.
¿Por qué?
Yo no tengo certeza plena de ello. Quizás ha sido que siempre se nos han prohibido demasiadas cosas y nunca tuvimos el valor de exigirlas, hasta que de pronto ya no aguantamos más.
Un mar se desvió de su curso estático natural y cayó de improviso en un continente.
Así es que...Atravesé el umbral de la puerta y rompí el vaso que contenía todos mis dibujos.
Tú ya no estabas. Yo ya no estaba.
Nunca supe que pasó, pero noté que ya no sería lo mismo nunca.
Salí a correr y sentí el aire fresco en el rostro.
Yo puedo ser volantín.
Yo puedo sonreír.
No me pidas nada más.
Yo ya he entregado todo.
¿Por qué siempre te pasas la vida exigiendo cosas de los demás? ¿Por qué te pasas buscando lo perfecto, lo mejor, lo inalcanzable?
Podríamos conformarnos con lo inentendible, buscando teorías para entenderlo. Buscando libros que leer. Buscando respuestas provisorias o más definitivas que traten de explicar algo. Buscando esperanzas de conocimiento que jamás son saciadas.
Si usted supiera lo que eso significa. Si usted supiera lo confuso que es tratar de explicar que no habría hecho las cosas de otra forma.
Si usted lograra entender que trato de decir esto de la forma más sincera posible y sin una gota de tristeza.
¿Qué me queda?
Yo he sido feliz aquí, de todos modos.
Salir de la cápsula y volver a ella. Correr y sentir cómo la caja torácica termina por desarmarse frente a todos.
Estirar los brazos y transformarse en pájaro.
¿Puede alguien reprocharme por salir volando?
La vida de nosotros tenía que ser más auténtica, más apegada a la poesía...nosotros teníamos que salir desde el principio a decirles a los que queremos que los queremos.
Teníamos que salir desde el principio a regar los campos con nuestras lágrimas y sembrar las flores con nuestras sonrisas.
Si usted no lo entiende, no se preocupe, ya vendrá el tiempo en que se le quebrarán las piernas, se le descoserán los brazos, se le deshilachará la mirada falsa, se le desteñirá el orgullo...ya vendrá.
Y no se preocupe. Aquí estaré tendiéndole la mano...que cuando no le queden huesos fijos podrá transformarse en volantín, en pájaro, en poema, en canción...en lo que quiera.
Y sabrá usted que siempre he guardado cierto amor por las cosas bellas, que nunca nada nos dicen, que siempre se presentan de forma misteriosa.
No pida nada más. Disfrute el viaje.
Lo inentendible siempre estará allí, esperándolo de algún modo. Al acecho. 

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