Día de los gatos. Y la mirada felina de la noche buscando qué hacer con esta vida.
A veces salgo a caminar y me pregunto siempre cosas muy extrañas o demasiado profundas. ¿O no? Quizás no son más que preguntas simples a las que no sabemos dar ninguna respuesta, a pesar de que nos las hemos hecho por años.
El orgullo nos dice que son profundas, pero tal vez nunca ha sido así. Somos como peces nadando en un lago y pensando que es el mar.
Estamos rodeados de incertidumbre. Caminar en la orilla de un precipicio, con los ojos vendados, las manos amarradas a la espalda y una sonrisa casi brutal en los labios.
Las preguntas giran a nuestro alrededor, haciendo órbitas llenas de pequeñas galaxias espinadas.
A veces también tenemos la sensación de que la mayoría de ellas están impecablemente encerradas en un cajón. O en los libros de Filosofía que duermen en la biblioteca, con ganas de transformarse en pájaros y dejar de estar atados al estante. Todos debieran saber algo de Filosofía. Todos debieran querer ser filósofos alguna vez. ¿Por qué? Porque es inevitable. La Filosofía es como esa sangre que corre en las venas y que se saca de vez en cuando. Violenta, viva, con mucha muerte, pero casi siempre inmortal.
Todos quieren ser filósofos alguna vez, sobretodo cuando se creen enamorados. De alguna planta, de algún libro, de alguna canción, y...lo más terrible, de algún otro ser humano.
Los corazones tallados en los árboles, les dirán que no es terrible, que es maravilloso, pero casi siempre duele mucho.
Amor.
Es más fácil matarlo que mantenerlo vivo.
Pero...matarlo es también una odisea peligrosa.
Resulta que está muy lejos o muy cerca, muy confuso o demasiado lleno de certezas, muy rosado o muy gris. Y al final...¿Qué hacer? Nunca está donde uno quiere, con esa intuición maldita que nos indica que es como tratar de cavar hasta llegar a la China o tomar agua entre las manos y procurar llenar un océano.
Tiene algo de imposible y algo de inevitable. Es odioso, pero todos lo desean.
Y sigo caminando en la calle. A veces ni siquiera estoy mirando las cosas y personas a las cuales se dirigen mis ojos.
Otras veces lo miro todo con tanta detención que espanto a la gente.
¿Cuántos años tendrá este árbol? ¿Cuántas veces en el día pasará esta persona por este paradero de micro? ¿Porque la palabra "pájaro" significa lo que significa? ¿Por qué no se le pudo llamar "pájaro" a una silla o a un perro de ropa?
Películas. Ficción. Realidad. Entretenimiento.
Y realidad no es lo mismo que verdad.
Y ficción no es lo mismo que verdad.
Y tal vez sí.
Y realidad no es lo mismo que ficción.
Pero tal vez sí. Tal vez solo son hebras de una misma trenza.
Me siento y huelo el aroma de la tierra mojada.
Millones de cosas pueden pasar por la cabeza de uno en un minuto. La vida entera, el futuro pensado y casi nunca ejecutado de la manera imaginada. La vida de otros. La vida de los vivos, la de los muertos y la de los muertos en vida. La vida de los personajes de los libros, esa que se presenta más auténtica, más terminada, más coherente que la nuestra.
Libros. Conocimiento. Locura. San Diego, Santiago.
"Muerte implacable, muerte inexorable, misteriosa muerte. Muerte súbita, muerte en cumplimiento del deber." Eliseo Subiela.
Algunos poetas danzantes. Algunos antipoetas danzantes también.
En realidad nunca morimos. En realidad no lo sé.
No tuve certeza alguna jamás de saber algo realmente.
Tenía nociones de mí misma. Tenía nociones del mundo. Tenía nociones de la gente, del nacimiento, de la muerte, del delirio, del insomnio, de la literatura.
Pero las nociones son tan fuertes como las telas de araña.
Las nociones son tan duraderas como la permanencia del tiempo.
Vida. Amor.Muerte.
¿Estás seguro de que no son lo mismo, pero con diferentes nombres? ¿Y quién le puso esos nombres?
¿Y por qué sigo aquí preguntándome estas cosas que a los demás les parecen inútiles?
Dios salve a la reina. Dios salve a Dios. Dios salve su inexistencia o su existencia. Que si existe, le dirán que tiene demasiado por explicar, por arreglar, por enseñar. Que si no existe le echaran la culpa por no existir. De todas formas hay culpa. De todas formas hay recriminación.
Crimen.
¿Qué hay del crimen del silencio? ¿Qué hay de la bondad del silencio?
Soy una criminal. Es mi crimen haber sido demasiado dubitativa con respecto a todo. Pero es mi mayor virtud también.
Juzgue, pues. Con toda la severidad posible.
Todos somos unos criminales.
¿Quién le dio el derecho a establecer qué era un crimen, señor?
¿Quién le dio el derecho a definir qué era el bien y qué era el mal?
El límite se suicidó hace mucho tiempo. El límite sabía que no tenía límite.
Raskolnikov, Razumikin, Avdotia Romanovna, Sonia.
Yo quisiera vivir dentro de un libro, porque quizás así y solo así, todo tendría un sentido más intenso, todo sería más coherente.
Las tiernas páginas de un libro igual que el tierno útero de nuestra madre. Las letras acariciándonos como en esas cálidas canciones de cuna de la infancia.
Las frases asesinándonos de noche y durante toda la vida. Felicidad. Almas. Lágrimas. Fantasmas descascarando el secreto del mundo espiritual.
¿Existe todo esto?
¿Existe mi cuerpo sentado mirando a su alrededor? ¿Existe mi mente pensando? ¿Existe mi cerebro mandando impulsos nerviosos?
Dudas benditas. Certezas. Abrazos. Más amor. Dormir calentita. Lluvia. Amigos. Familia.
Mirar el cielo. Azul, azul, azul.
La vida es un misterio. Y lo interesante del misterio es lo misterioso del misterio.
Lo más misterioso de lo misterioso es que el misterio no sabe que es misterioso, porque ser misterioso es todo lo que puede ser sin dejar de ser misterioso.
Magia. Sí...casi siempre un poco de magia. Y vuelta a empezar.
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sábado, 21 de febrero de 2015
Dibujos
Hoy vine a presentar algunos de mis dibujos. Muchos de ellos ya no están conmigo, porque los regalé. Otros no están terminados, como podrán notar.
Lo más importante de estos dibujos es que cada uno significa algo y es una parte de mi vida, igual que mis escritos.
Espero que les gusten :)
Pd: ¿Notaron que hay una gran cantidad de árboles, ojos, guitarras, pianos y aves? No es gran cosa, pero soy un poco obsesiva con ciertos elementos (un poco mucho D: )
Lo más importante de estos dibujos es que cada uno significa algo y es una parte de mi vida, igual que mis escritos.
Espero que les gusten :)
Pd: ¿Notaron que hay una gran cantidad de árboles, ojos, guitarras, pianos y aves? No es gran cosa, pero soy un poco obsesiva con ciertos elementos (un poco mucho D: )
jueves, 12 de febrero de 2015
Como si sirviera tener garras
Aparté de mí el sincero fulgor de tus ojos,
porque con ser cordero no basta,
aunque suene más calmo,
más cómodo, más suave que ser león,
era menos útil.
Como si sirviera tener garras,
como si sirviera tener astucia,
como si sirviera huir tal portazo de viento...
Yo sabía que podía que mis esfuerzos fueran inútiles,
pero debía intentarlo,
debía hacer todo lo posible por escapar de la mirada asesina.
Si fuera tan simple como partir cada día de casa
al comprar el pan...
Si fuera tan fácil como huir en la madrugada
antes de que la madre despierte para el desayuno...
Así es que saqué la navaja ingenua,
empuñé fuerte el libro,
me apronté al escudo irónico de mis palabras.
El beso yacía como un tic-tac sobre la cama,
pero yo procuraba cubrirme a fondo con las sábanas,
como si ellas fueran impenetrables de verdad.
Yo trataba de ocultarme bajo los lentes del Sol,
esperando que pudieran salvarme
de ese invierno tan luminoso que vivía míticamente
en mis novelas de bolsillo,
cursis o no,
pero que solo permanecían allí.
Cuando parecía seguro el transcurso
más o menos estático del tiempo,
que no por eso dejaba de estar corriendo,
igual que si se subiera a una trotadora
y corriera en un solo lugar sin avanzar,
durante años...
Hasta que se rajó la tela de lo escrito
y atravesó los muros de lo real,
hasta que me encontré sentada frente al fuego,
con la impresión de que el fuego se sentaba frente a mí
para ver cómo era yo quién se consumía vorazmente,
escuchando tus palabras
como una melodía pegajosa en mi mente.
Entonces el mazo es más fuerte cuando golpeó de noche
las raíces de mi árbol orgulloso,
porque no nos preparamos para este ataque,
pensando que era demasiado estúpido creer
en lo ídilico de las novelas y películas,
las frases, palabras, motivos,
las canciones escritas y calladas,
tan asquerosamente manoseadas
una y otra y otra vez,
por años de cartas y vestidos deshilachados.
Una advertencia,
una carta de consejo,
por años de poetas que escribían a la Luna,
por años de Jane Austen, Gustavo Adolfo Bécquer, Benedetti...
y tantos otros que nos dijeron que nadie se libra.
Pero no les creímos.
Estábamos riéndonos de algo tan cataclísmico,
tan inexcusable.
Me precipité a cortar a hachazos el tronco del árbol,
a dar el golpe fatal en la coronilla,
pero era tarde ya para la plaga silenciosa.
Y las palabras de los poetas de nuevo,
todo dejó de ser tan cliché y tan insulso,
odié la realidad cáustica que se me presentaba ahora,
la cruda presentación de las entrañas de mi árbol,
dispuesto a ser devorado por los cuervos,
creyendo que un ideal se asomaba.
¿Quién habrá asociado a la divinidad con el amor?
He pensado que el amor tendría más de humanidad,
en el sentido de lo maldito,
de lo errático,
de lo tan poco perfecto,
de lo tan poco duradero,
de lo tan engañoso,
manojo de cuento,
ideal estético artificioso,
excusa barata para el comercio,
chancleta inmunda del momento de buscar lo cierto.
¿Qué se puede hacer frente a la locura de esa certidumbre brutal?
No digas nada,
que quizás logres no expandir la epidemia,
que quizás logres con eso retrasar el desenlace.
O dilo todo,
porque el silencio encrudece las cosas en el fuero interno,
porque crece la enfermedad sin ser detectada,
el silencio se alza como la cortina fatal
antes de la muerte del héroe eterno,
antes de la maldición irrevocable.
Pero ¡zas!
que ya nos toca el juicio,
que ya vienen los oradores con sus preguntas,
que ya vienen los aniversarios y los corazones,
que ya vienen las palabras susurradas,
que ya viene la mano tomada del tiempo,
de los ojos,
de la vida,
de la muerte,
del odio que sigue siendo amor.
Entonces...¿Qué remedio?
Estoy atrapada como una mosca alegre,
esperando a ser devorada.
Una sonrisa aparece en mi boca cada vez que pienso,
cada vez que oigo,
cada vez que camino entre las calles pensando en cantar.
Pero no digas nada,
que si lo dices quizás muera.
O dilo todo,
que si no lo dices quizás viva para siempre.
Que me perdone el asco propio
de la certeza de que soy otro cliché
de carne y hueso,
curado de espanto por otro beso.
Como si sirviera tener garras,
como si sirviera tener astucia,
como si sirviera huir tal portazo de viento...
porque con ser cordero no basta,
aunque suene más calmo,
más cómodo, más suave que ser león,
era menos útil.
Como si sirviera tener garras,
como si sirviera tener astucia,
como si sirviera huir tal portazo de viento...
Yo sabía que podía que mis esfuerzos fueran inútiles,
pero debía intentarlo,
debía hacer todo lo posible por escapar de la mirada asesina.
Si fuera tan simple como partir cada día de casa
al comprar el pan...
Si fuera tan fácil como huir en la madrugada
antes de que la madre despierte para el desayuno...
Así es que saqué la navaja ingenua,
empuñé fuerte el libro,
me apronté al escudo irónico de mis palabras.
El beso yacía como un tic-tac sobre la cama,
pero yo procuraba cubrirme a fondo con las sábanas,
como si ellas fueran impenetrables de verdad.
Yo trataba de ocultarme bajo los lentes del Sol,
esperando que pudieran salvarme
de ese invierno tan luminoso que vivía míticamente
en mis novelas de bolsillo,
cursis o no,
pero que solo permanecían allí.
Cuando parecía seguro el transcurso
más o menos estático del tiempo,
que no por eso dejaba de estar corriendo,
igual que si se subiera a una trotadora
y corriera en un solo lugar sin avanzar,
durante años...
Hasta que se rajó la tela de lo escrito
y atravesó los muros de lo real,
hasta que me encontré sentada frente al fuego,
con la impresión de que el fuego se sentaba frente a mí
para ver cómo era yo quién se consumía vorazmente,
escuchando tus palabras
como una melodía pegajosa en mi mente.
Entonces el mazo es más fuerte cuando golpeó de noche
las raíces de mi árbol orgulloso,
porque no nos preparamos para este ataque,
pensando que era demasiado estúpido creer
en lo ídilico de las novelas y películas,
las frases, palabras, motivos,
las canciones escritas y calladas,
tan asquerosamente manoseadas
una y otra y otra vez,
por años de cartas y vestidos deshilachados.
Una advertencia,
una carta de consejo,
por años de poetas que escribían a la Luna,
por años de Jane Austen, Gustavo Adolfo Bécquer, Benedetti...
y tantos otros que nos dijeron que nadie se libra.
Pero no les creímos.
Estábamos riéndonos de algo tan cataclísmico,
tan inexcusable.
Me precipité a cortar a hachazos el tronco del árbol,
a dar el golpe fatal en la coronilla,
pero era tarde ya para la plaga silenciosa.
Y las palabras de los poetas de nuevo,
todo dejó de ser tan cliché y tan insulso,
odié la realidad cáustica que se me presentaba ahora,
la cruda presentación de las entrañas de mi árbol,
dispuesto a ser devorado por los cuervos,
creyendo que un ideal se asomaba.
¿Quién habrá asociado a la divinidad con el amor?
He pensado que el amor tendría más de humanidad,
en el sentido de lo maldito,
de lo errático,
de lo tan poco perfecto,
de lo tan poco duradero,
de lo tan engañoso,
manojo de cuento,
ideal estético artificioso,
excusa barata para el comercio,
chancleta inmunda del momento de buscar lo cierto.
¿Qué se puede hacer frente a la locura de esa certidumbre brutal?
No digas nada,
que quizás logres no expandir la epidemia,
que quizás logres con eso retrasar el desenlace.
O dilo todo,
porque el silencio encrudece las cosas en el fuero interno,
porque crece la enfermedad sin ser detectada,
el silencio se alza como la cortina fatal
antes de la muerte del héroe eterno,
antes de la maldición irrevocable.
Pero ¡zas!
que ya nos toca el juicio,
que ya vienen los oradores con sus preguntas,
que ya vienen los aniversarios y los corazones,
que ya vienen las palabras susurradas,
que ya viene la mano tomada del tiempo,
de los ojos,
de la vida,
de la muerte,
del odio que sigue siendo amor.
Entonces...¿Qué remedio?
Estoy atrapada como una mosca alegre,
esperando a ser devorada.
Una sonrisa aparece en mi boca cada vez que pienso,
cada vez que oigo,
cada vez que camino entre las calles pensando en cantar.
Pero no digas nada,
que si lo dices quizás muera.
O dilo todo,
que si no lo dices quizás viva para siempre.
Que me perdone el asco propio
de la certeza de que soy otro cliché
de carne y hueso,
curado de espanto por otro beso.
Como si sirviera tener garras,
como si sirviera tener astucia,
como si sirviera huir tal portazo de viento...
sábado, 7 de febrero de 2015
Lo inentendible
Crear la vida como si fuera cierto que la vida puede ser creada y descreada, sin que se encapriche con descrearnos a nosotros antes de eso.
La historia surgió del suelo, con la boca llena de punzantes dudas, como siempre.
Una vez que salí de la cápsula en la que vivo decidí correr para sentir el viento en el rostro.
Lejos de todo.
Lejos de la vida y la muerte y los tributos tan grandes que cobran.
Con la ilusión de que somos herméticos.
Y mientras más corría, más fuerte sentía la soga que se pegaba a mis costillas y tiraba de mí hacia todo eso. Sentí que mi caja torácica se haría añicos, pero corrí con más fuerza para sentir mejor.
Porque...no tiene sentido si no se siente. No tiene sentido si vivo en la comodidad de mi sofá, aunque me encante de vez en cuando.
¿Crees en el amor?
¿Crees en la vida?
¿Crees en la muerte?
¿Crees en la amistad?
Alejandra hacía que su cuerpo delgadito escapara de todos lados y abandonara a las personas que involucraban alguna pequeña dificultad.
A veces veía su pelo ondulante en el metro, pero sabía que no era ella, porque no estaba escapando de nadie.
Y es que en realidad era obvio que un día escaparía de nosotros también.
Pero mientras más lo sabía, más me aferraba a no escapar yo, a no dejarme escapar yo, porque ya había huido suficiente y la vida siempre estuvo para aparecer en mi camino y sorprenderme otra vez.
Sentí que me haría asmática si seguía tratando de respirar ese aire que quería sentir en el rostro, pero ni modo, seguí respirándolo,
Y tú, Alejandra querida...Pensabas que crecías con eso, pero no.
Como si huir fuese crecer.
Pero soy dura contigo, lo sé. Sé que en realidad nunca tuvimos otra opción.
Había huidas más reales que otras, había caminos más interesantes, había gente que no nos iba a dañar con solo mirarnos a los ojos.
Pero una parte de mí entendía hasta lo inentendible.
Escucho los reproches a veces, cuando camino por la calle pensando en volantines y Psicología.
¿Qué hacer para entender al ser humano?
Quisiera saberlo, pero nunca quisiera saberlo.
Comprendo que esta curiosidad infinita me mantendrá aferrada a esta especie de existencia con graves faltas de ortografía.
Aquí, donde el edificio de la realidad nuestra se ha construido con ladrillos rotos y fierros huecos.
Caeremos constantemente sin dejar de flotar. ¿Cómo? Nadie lo sabe con certeza, pero seguimos aquí, de alguna forma que, si no tiene nada de milagro, no tiene nada de posible.
Un día se me reventaron los ojos de tanto correr.
Había cosas de las que no se debía huir.
Había personas que, aunque dañaban, valía la pena conocer, valía la pena amar.
Pero...¿Crees en algo realmente?
Yo creía en lo que permanece, pero lo que permanece no existe.
Solo existe la costumbre de creer que las cosas permanecerán en algún instante perdido de nosotros mismos. Pero las garras de nuestra humanidad siempre vienen a buscarnos en la noche, siempre vienen a interrogarnos, a cuestionarnos, a criticarnos vilmente.
Pero sobretodo...me levantaba en la noche y seguía caminando. Esperando encontrar un no sé qué que para mí tuviera algo de sentido.
Pero en realidad siempre tuvo sentido esto. ¿Cómo no lo vi antes?
Eso de correr y caerte, eso de sonreír antes de dejar que alguien te mirara a la cara para decirte que la amistad muere, que el amor no existe, que la vida sigue, que nosotros no representamos nada en el orden general de las cosas.
Y tener cierta incredulidad como sistema de defensa.
Pero uno sonríe, porque sabes que en el fondo es cierto, pero nunca lo será.
Había motas de felicidad mientras sentías que alguien te destrozaba el corazón, porque entonces sentías que todo había valido la pena. ¿Eres el mismo ahora? Pues no. ¿Aprendiste algo? Quizás, quién sabe.
Había motas de amor cuando huiste. Posiblemente.
Aunque creo que jamás llegamos a entender lo que había que decir o lo que había que escuchar.
Siempre dejando esa estela temible de amor en todas partes, ese amor tan confuso que se pierde en el odio y el egoísmo, en la resignación y los recuerdos.
Y lo inentendible siempre estaba allí golpeando mi puerta, planteando cuestiones circulares que me dejaban las noches sonámbulas.
Pero yo hubiera querido que siempre hicieras lo mismo, Alejandra. Una y otra vez, desde el principio.
Porque era mentira todo eso que podían decirnos. Porque el amor si existe, porque la amistad no muere, porque algo podemos ser en el orden general aunque no pesemos más que una brizna de polvo universal. Podríamos rasgar todo simplemente y formar un nuevo cuadro.
¿Y por qué se siente que todo es tan efímero de pronto?
Porque lo bonito no dura más que un instante. Que si durara más que eso, nosotros no sabríamos de qué se trata todo esto. No sabríamos lo invaluable que es esto.
Siempre y nunca dicta en nosotros ese principio de perplejidad frente a ciertas cosas que ya conocemos. Pero jamás hablamos de eso. Jamás mostramos nuestras lágrimas más profundas a nadie, jamás sonreímos con todo el brillo que tenemos disponible.
¿Por qué?
Yo no tengo certeza plena de ello. Quizás ha sido que siempre se nos han prohibido demasiadas cosas y nunca tuvimos el valor de exigirlas, hasta que de pronto ya no aguantamos más.
Un mar se desvió de su curso estático natural y cayó de improviso en un continente.
Así es que...Atravesé el umbral de la puerta y rompí el vaso que contenía todos mis dibujos.
Tú ya no estabas. Yo ya no estaba.
Nunca supe que pasó, pero noté que ya no sería lo mismo nunca.
Salí a correr y sentí el aire fresco en el rostro.
Yo puedo ser volantín.
Yo puedo sonreír.
No me pidas nada más.
Yo ya he entregado todo.
¿Por qué siempre te pasas la vida exigiendo cosas de los demás? ¿Por qué te pasas buscando lo perfecto, lo mejor, lo inalcanzable?
Podríamos conformarnos con lo inentendible, buscando teorías para entenderlo. Buscando libros que leer. Buscando respuestas provisorias o más definitivas que traten de explicar algo. Buscando esperanzas de conocimiento que jamás son saciadas.
Si usted supiera lo que eso significa. Si usted supiera lo confuso que es tratar de explicar que no habría hecho las cosas de otra forma.
Si usted lograra entender que trato de decir esto de la forma más sincera posible y sin una gota de tristeza.
¿Qué me queda?
Yo he sido feliz aquí, de todos modos.
Salir de la cápsula y volver a ella. Correr y sentir cómo la caja torácica termina por desarmarse frente a todos.
Estirar los brazos y transformarse en pájaro.
¿Puede alguien reprocharme por salir volando?
La vida de nosotros tenía que ser más auténtica, más apegada a la poesía...nosotros teníamos que salir desde el principio a decirles a los que queremos que los queremos.
Teníamos que salir desde el principio a regar los campos con nuestras lágrimas y sembrar las flores con nuestras sonrisas.
Si usted no lo entiende, no se preocupe, ya vendrá el tiempo en que se le quebrarán las piernas, se le descoserán los brazos, se le deshilachará la mirada falsa, se le desteñirá el orgullo...ya vendrá.
Y no se preocupe. Aquí estaré tendiéndole la mano...que cuando no le queden huesos fijos podrá transformarse en volantín, en pájaro, en poema, en canción...en lo que quiera.
Y sabrá usted que siempre he guardado cierto amor por las cosas bellas, que nunca nada nos dicen, que siempre se presentan de forma misteriosa.
No pida nada más. Disfrute el viaje.
Lo inentendible siempre estará allí, esperándolo de algún modo. Al acecho.
Una vez que salí de la cápsula en la que vivo decidí correr para sentir el viento en el rostro.
Lejos de todo.
Lejos de la vida y la muerte y los tributos tan grandes que cobran.
Con la ilusión de que somos herméticos.
Y mientras más corría, más fuerte sentía la soga que se pegaba a mis costillas y tiraba de mí hacia todo eso. Sentí que mi caja torácica se haría añicos, pero corrí con más fuerza para sentir mejor.
Porque...no tiene sentido si no se siente. No tiene sentido si vivo en la comodidad de mi sofá, aunque me encante de vez en cuando.
¿Crees en el amor?
¿Crees en la vida?
¿Crees en la muerte?
¿Crees en la amistad?
Alejandra hacía que su cuerpo delgadito escapara de todos lados y abandonara a las personas que involucraban alguna pequeña dificultad.
A veces veía su pelo ondulante en el metro, pero sabía que no era ella, porque no estaba escapando de nadie.
Y es que en realidad era obvio que un día escaparía de nosotros también.
Pero mientras más lo sabía, más me aferraba a no escapar yo, a no dejarme escapar yo, porque ya había huido suficiente y la vida siempre estuvo para aparecer en mi camino y sorprenderme otra vez.
Sentí que me haría asmática si seguía tratando de respirar ese aire que quería sentir en el rostro, pero ni modo, seguí respirándolo,
Y tú, Alejandra querida...Pensabas que crecías con eso, pero no.
Como si huir fuese crecer.
Pero soy dura contigo, lo sé. Sé que en realidad nunca tuvimos otra opción.
Había huidas más reales que otras, había caminos más interesantes, había gente que no nos iba a dañar con solo mirarnos a los ojos.
Pero una parte de mí entendía hasta lo inentendible.
Escucho los reproches a veces, cuando camino por la calle pensando en volantines y Psicología.
¿Qué hacer para entender al ser humano?
Quisiera saberlo, pero nunca quisiera saberlo.
Comprendo que esta curiosidad infinita me mantendrá aferrada a esta especie de existencia con graves faltas de ortografía.
Aquí, donde el edificio de la realidad nuestra se ha construido con ladrillos rotos y fierros huecos.
Caeremos constantemente sin dejar de flotar. ¿Cómo? Nadie lo sabe con certeza, pero seguimos aquí, de alguna forma que, si no tiene nada de milagro, no tiene nada de posible.
Un día se me reventaron los ojos de tanto correr.
Había cosas de las que no se debía huir.
Había personas que, aunque dañaban, valía la pena conocer, valía la pena amar.
Pero...¿Crees en algo realmente?
Yo creía en lo que permanece, pero lo que permanece no existe.
Solo existe la costumbre de creer que las cosas permanecerán en algún instante perdido de nosotros mismos. Pero las garras de nuestra humanidad siempre vienen a buscarnos en la noche, siempre vienen a interrogarnos, a cuestionarnos, a criticarnos vilmente.
Pero sobretodo...me levantaba en la noche y seguía caminando. Esperando encontrar un no sé qué que para mí tuviera algo de sentido.
Pero en realidad siempre tuvo sentido esto. ¿Cómo no lo vi antes?
Eso de correr y caerte, eso de sonreír antes de dejar que alguien te mirara a la cara para decirte que la amistad muere, que el amor no existe, que la vida sigue, que nosotros no representamos nada en el orden general de las cosas.
Y tener cierta incredulidad como sistema de defensa.
Pero uno sonríe, porque sabes que en el fondo es cierto, pero nunca lo será.
Había motas de felicidad mientras sentías que alguien te destrozaba el corazón, porque entonces sentías que todo había valido la pena. ¿Eres el mismo ahora? Pues no. ¿Aprendiste algo? Quizás, quién sabe.
Había motas de amor cuando huiste. Posiblemente.
Aunque creo que jamás llegamos a entender lo que había que decir o lo que había que escuchar.
Siempre dejando esa estela temible de amor en todas partes, ese amor tan confuso que se pierde en el odio y el egoísmo, en la resignación y los recuerdos.
Y lo inentendible siempre estaba allí golpeando mi puerta, planteando cuestiones circulares que me dejaban las noches sonámbulas.
Pero yo hubiera querido que siempre hicieras lo mismo, Alejandra. Una y otra vez, desde el principio.
Porque era mentira todo eso que podían decirnos. Porque el amor si existe, porque la amistad no muere, porque algo podemos ser en el orden general aunque no pesemos más que una brizna de polvo universal. Podríamos rasgar todo simplemente y formar un nuevo cuadro.
¿Y por qué se siente que todo es tan efímero de pronto?
Porque lo bonito no dura más que un instante. Que si durara más que eso, nosotros no sabríamos de qué se trata todo esto. No sabríamos lo invaluable que es esto.
Siempre y nunca dicta en nosotros ese principio de perplejidad frente a ciertas cosas que ya conocemos. Pero jamás hablamos de eso. Jamás mostramos nuestras lágrimas más profundas a nadie, jamás sonreímos con todo el brillo que tenemos disponible.
¿Por qué?
Yo no tengo certeza plena de ello. Quizás ha sido que siempre se nos han prohibido demasiadas cosas y nunca tuvimos el valor de exigirlas, hasta que de pronto ya no aguantamos más.
Un mar se desvió de su curso estático natural y cayó de improviso en un continente.
Así es que...Atravesé el umbral de la puerta y rompí el vaso que contenía todos mis dibujos.
Tú ya no estabas. Yo ya no estaba.
Nunca supe que pasó, pero noté que ya no sería lo mismo nunca.
Salí a correr y sentí el aire fresco en el rostro.
Yo puedo ser volantín.
Yo puedo sonreír.
No me pidas nada más.
Yo ya he entregado todo.
¿Por qué siempre te pasas la vida exigiendo cosas de los demás? ¿Por qué te pasas buscando lo perfecto, lo mejor, lo inalcanzable?
Podríamos conformarnos con lo inentendible, buscando teorías para entenderlo. Buscando libros que leer. Buscando respuestas provisorias o más definitivas que traten de explicar algo. Buscando esperanzas de conocimiento que jamás son saciadas.
Si usted supiera lo que eso significa. Si usted supiera lo confuso que es tratar de explicar que no habría hecho las cosas de otra forma.
Si usted lograra entender que trato de decir esto de la forma más sincera posible y sin una gota de tristeza.
¿Qué me queda?
Yo he sido feliz aquí, de todos modos.
Salir de la cápsula y volver a ella. Correr y sentir cómo la caja torácica termina por desarmarse frente a todos.
Estirar los brazos y transformarse en pájaro.
¿Puede alguien reprocharme por salir volando?
La vida de nosotros tenía que ser más auténtica, más apegada a la poesía...nosotros teníamos que salir desde el principio a decirles a los que queremos que los queremos.
Teníamos que salir desde el principio a regar los campos con nuestras lágrimas y sembrar las flores con nuestras sonrisas.
Si usted no lo entiende, no se preocupe, ya vendrá el tiempo en que se le quebrarán las piernas, se le descoserán los brazos, se le deshilachará la mirada falsa, se le desteñirá el orgullo...ya vendrá.
Y no se preocupe. Aquí estaré tendiéndole la mano...que cuando no le queden huesos fijos podrá transformarse en volantín, en pájaro, en poema, en canción...en lo que quiera.
Y sabrá usted que siempre he guardado cierto amor por las cosas bellas, que nunca nada nos dicen, que siempre se presentan de forma misteriosa.
No pida nada más. Disfrute el viaje.
Lo inentendible siempre estará allí, esperándolo de algún modo. Al acecho.
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