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jueves, 6 de noviembre de 2014

La ventana

Atravesé la ventana.
Allá afuera estaban las voces de los que la atravesaron antes que yo.
Un pequeño torbellino sacudió mis raíces.
La gente es mala, dijeron cuando yo era niña, ten cuidado, desconfía. No debes ser demasiado buena, porque se aprovecharán de ti, dijeron cuando yo era adolescente.
Todos tenemos un lado oscuro, me dije cuando me sentí cerca de ser adulta. Mis ojos adquirieron el color de la humanidad y me oscurecí.
Sentí como si pequeñas grietas aparecieran cerca de mis manos. Sentí como si mi mirada se tornara subterránea, sinuosa, como una enredadera de espinas.
Y el hombre perdió un poco de su capacidad de contar cuentos.
Y me encontré caminando sola en medio de la noche, con la certeza de que algo se ocultaba tras de mí, como una sombra o un reptil alimentándose de mí. Había una risa en mi espalda, había un susurro en mi cabello, había voces que se arremolinaban a mi alrededor.
La gente es mala. ¿Será verdad?
¿Hablarían en serio cuando nos contaron que en las noches salían los monstruos a buscarnos por nuestros pecados?
Sentí que me tragaba un agujero profundo y escupía una daga.
El fantasma está esperándome en alguna parte de mi propia mente, un pasillo o un recodo que olvidé resguardar.
Doblo la esquina.
Entonces me doy cuenta.
Allí, entremedio de las calles ennegrecidas por la dama de la noche, hay una ventana. Una ventana celeste y a prueba de golpes.
¿Qué queda?
A mi alrededor todo parecen ojos inyectados en sangre que me observan con una ira asesina y extraña.
La gente es cruel. La vida es injusta. Yo misma soy un reflejo de maldad, un cuchillo oxidado. Un libro que fue quemado. La bruja incendiada por hereje o la obligada a saltar del acantilado.
¿Estás segura?
¿Cuál es la diferencia entre el bien y el mal? ¿Cuál es el límite ilimitado?
¿Cuál era el origen?
Respiro profundo. Me transformo en saeta de fuego. Corro hacia la ventana y me estrello.
No funciona.
No se rompe, no cede.
Alguien dijo que así es la vida y nada más. Hay que resignarse. Hay que tomar el camino que te ha sido asignado. No levantes la cabeza, no alces la voz, no marches, no reclames. Come y calla. Trabaja y calla. Deja que pongan el zapato encima y cierra los ojos, aprieta los dientes.
¿Estás segura?
¿Tiene que ser así? ¿Es así realmente? ¿No hay salida? ¿O...sí?
Me transformo en cometa. Me lanzo contra la ventana. Me quiebro un brazo, me saco los dientes.
Sangro copiosamente.
Enfrenta tu destino, me dijeron. Cásate, búscate un hombre, un trabajo, ten hijos antes de los 30. No seas la solterona. No seas la ninfómana.
Respiro profundo. Me limpio la sangre.
No estoy segura de que deba ser así. No estoy convencida de la resignación. No me parece. No estoy de acuerdo. No lo creo. Lo dudo. Lo cuestiono. Pienso que...hay algo mejor. Pienso que...algo debe poder hacerse.
Corro. Me transformo en cientos de personas y una sola. Soy como un borbotón de ideas. Soy como una balacera de gritos. Soy como una lluvia cantos.
La marcha de ratones empieza. ¿Dónde están los gatos? Ya tenemos hambre.
Me estrello contra la ventana. Y me hago añicos. Me aplasto, me desgarro, me desangro, me pulverizo. Me hago polvo.
Pequeñas briznas de mí se evaporan el aire.
Pero la ventana se ha roto.
Y ya no tengo cuerpo. Puedo ser cualquier cosa, cualquier intento...algo hay en ser nada que tiene mucho atractivo. De aquí pueden emerger grandes cosas. De aquí puede haber un nuevo comienzo.
Subo. Aquí hay otro tipo de voces. Aquí hay otro tipo de pájaros.
¿Dónde estoy?
No tengo ni idea.
Pero el miedo se ha disipado.

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