Entradas populares

sábado, 28 de marzo de 2015

Preguntas

Aquí. En esta esquina. Donde todo parece tan concreto, tan seguro, tan epistemológicamente objetivo. 
Aquí. En este paradero donde veo la hora y tomo la micro como si nada. Donde la rutina tiene su casa en cada rincón, donde yo me siento y miro a ningún punto en particular.
Entonces...¿Esto es todo? ¿Eso fue todo? 
La vida parecía una cosa que habían estudiado y diseccionado muchas veces. Con todas sus partes definidas y todas sus opciones planteadas.
Y...de pronto, siento como un estruendo, como si una cachetada sorpresiva apareciera y saliera corriendo antes de ser vista.
Parecía que todo lo que debía hacerse ya estaba hecho. Concluido, pero...
Pero ¿Qué puedo hacer por la vida que se cae, que se detiene, que se resquebraja?
¿Dónde encuentro el hilo conductor, el hilo argumentativo en sus idas y vueltas? ¿Dónde localizo la conceptualización de sus momentos más claves? ¿Dónde me ubico yo en ese devenir? ¿Soy un mero término? ¿Soy una parte errante? ¿Soy un desencadenante? ¿Soy el final de algún punto?
¿Y si no fuera nada de eso y terminara por resultar un elemento irrelevante?
La luz. La oscuridad. La medida de ciertas cosas. El cuestionamiento de la medida. El cuestionamiento de la cosa. El cuestionamiento de mi forma de ver ambas dos. Cuestionamiento de la forma en que las ven otros. Cuestionamiento del cuestionamiento. Y el fin. Siempre el patente fin que da la sensación de vacío. Y empezar de nuevo enfermizamente.
Yo me preguntaba cosas y ahora las cosas me preguntan, mientras yo me las sigo preguntando. El discurso que doy de las cosas las hace. El discurso que doy de mí misma me hace, como si yo creara un círculo sin saber que el círculo se irá ciñendo a mi alrededor hasta marcar mis límites. Yo hago el discurso, el discurso me hace a mí.
Pero ¿Qué hay de mí? ¿Qué hay de mí en los lugares que transito? ¿Qué hay de mí en las cosas que toco, en las personas que veo en la calle, en las personas con las que converso? ¿Qué hay de mí frente al espejo o frente a un muro de concreto intraspasable? ¿Qué hay de mí en mis amigos, en mi familia, en mis enemigos? ¿Qué hay de mí en ellos? ¿Qué hay de ti? ¿Cómo ignorar la existencia de tu existencia que se cruzó con la mía antes y que la marcó profundamente, aún cuando ahora no me quieras ni mirar? ¿Cómo puedo borrar la historia sin sacarme un trozo de alma constitutivo de todo, que se relaciona directamente con el cuerpo? ¿Cómo obviar la posibilidad de que, si, como me pides, te arranco de mi mente, no me arranque un brazo y con ello un rasgo característico de mí que va más allá del brazo mismo?
Es como si me desmembrara y fuera dejando trozos por los lugares que transito. Trozos de subjetividad, trozos de identidad. ¿Dónde estás, vida mía? ¿Dónde, vida, estoy yo? ¿Estoy aquí? ¿Estoy allá? ¿Estoy en el pasado, estoy en el presente, estoy en el futuro? ¿Estoy en los tres a la vez? ¿O estoy en ninguno, porque el tiempo es solo un invento del ser humano para entenderlo todo? ¿O estoy dentro de mí misma? ¿O mirando el universo desde arriba, girando sin parar?
Que me atrape la dialéctica entonces, como un torbellino atrapa a una brizna de polvo que no deja de ser el torbellino mismo. Abro los brazos y me dejo arrastrar y girar en este mar de preguntas, en este mar de arranques, de rechazos, de abandonos, de respuestas no satisfactorias, de respuestas demasiado satisfactorias que parecen sospechosas, de ingenuos planteamientos, de teorías muertas ya y otras pudriéndose...de teorías naciendo y siendo asfixiadas antes de ver la luz.
Hambre, sed. ¿Qué soy si no un cúmulo de carencias, de necesidades, de intentos y proyectos en curso? ¿Qué soy sino una hoja en blanco con un par de puntos suspensivos en medio?
Me miro al espejo y tengo grabados en la piel los rostros de millones de personas, algunas ya muertas, que se toparon conmigo, que me dijeron una palabra, que escribieron un libro, que pintaron un cuadro, que me saludaron, que preguntaron una dirección. ¿Están muertos realmente? ¿O siguen viviendo donde todas las personas con las que se cruzaron?
Vida. Muerte. ¿No es la muerte parte de la vida y nada más? La muerte no existe. La muerte nos toca, pero no nos traspasa. Estamos atados unos a otros como un mosaico lleno de grietas y colores que se mezclan y se separan.
¿Qué queda de mí sin la memoria de ti o la de los otros? ¿Qué queda de mí sin las cosas que han sucedido y que tú me pides tan ciegamente que olvide?
Dime, por favor, dime. ¡¿Dónde quedo yo en esto?! ¡¿Dónde queda mi vida que se encontró a sí misma en ese punto?!
Y sí, estamos llenos de significados, accesibles o no. Reales o ilusorios, o pendientes de una cuerda floja que oscila en medio. Estamos inventándolos o encontrándolos. Estamos viendo una pintura, creyendo ver la visión de un artista, pero somos nosotros los que estamos viendo también, estamos viendo la pintura y creyendo interpretar, pero al interpretar solo nos vemos a nosotros mismos con la ilusión de otro. El otro nos mira y mira afuera, nosotros lo miramos y nos miramos. La pintura nos mira desde dentro y nos inyecta un soplo en la mente.
Y por eso la idea de un fin que detenga esa búsqueda de significado significa vacío, nada, inexistencia total. Por eso hay que volver a empezar. Por eso no puedo olvidar la existencia de tu existencia modificando la mía, mientras yo te modificaba a ti.
Y entonces...te extraño, debes saberlo. Te extraño cuando veo tu pelo ondeando en la cabeza de otro que no tiene tus otras partes. Te extraño cuando veo tu nariz paseando en la cara de un anciano en el paradero. Te extraño cuando veo una canción que cantabas paseándose por un hospital, distraída de que es tan parte tuya que podría ser tu sangre. Te extraño cuando la palabra evoca a tu silencio. Te extraño cuando me enojo con alguien por actitudes que tú tenías.
Y no, no eres nada perfecto. Nada perfecto, como yo no lo soy. Y por eso sé que se ha acabado, por eso sé que ese punto en que nuestras líneas paralelas dejaron de ser paralelas y se entrecruzaron ha acabado. Está en el pasado y ha acabado. Está en el presente, pero ha acabado. Y permanece en el futuro, pero ha acabado. 
¿Cómo se puede borrar la existencia de un amigo, de una pareja, de un hijo, de un padre, de una tía, de un extraño en la calle así como así?
Y no te mientas. Cuando me miras en la calle y arrastras la mirada hacia otro lado, ¿No te parece a ti que cuando me ignoras el mundo se vuelve de papel y pierdes algo?
No te pido que vuelvas. No quiero que me pidas perdón. Te pido que sepas que fue probabilísticamente improbable encontrarnos en otra historia, en otro tiempo, en otro lugar. Te pido que sepas que era más probabilístico que nos separáramos. Te pido que sepas que las probabilidades y la estadística son inexactas y a veces mienten.
Quizás, como dijo Cortázar, estábamos destinados a no ser. No lo sé.
Quizás estábamos destinados a ser en un plazo definido o estábamos destinados a no ser como nosotros mismos mientras nos encontrábamos o a dejar de ser nosotros mismos cuando nos separáramos. Quizás yo estaba destinada a ser en parte tú después de esto. Y quizás tú también eres en parte yo, aunque no lo quieras reconocer.
Pero ya basta. Basta de ausencias, basta de noches caminando en el limbo.
Puedo abrazarte sin que estés aquí. Y si te borro sabré que me he borrado a mí misma, así es que no lo haré. Habrá una canción en la calle, habrá un intermitente devenir entre ser y no ser, entre el vivir y el morir diario. Habrá historias, habrá dibujos, habrá letras. Y un día tú no estarás allí y yo tampoco estaré, pero no nos habremos ido.
¿Cómo se mata a alguien? ¿Cómo se destruye a alguien?
Pues...todo queda en algún lado. En alguna caja comprada en el mercado de las pulgas que tenía las huellas de alguien. En algún álbum de fotos viejas que es desechado por ahí, no sin antes ser ojeado por algún curioso. En algún pariente que tiene tu sonrisa, en algún amigo que repite alguna palabra dicha en una tarde de juegos, en algún beso tirado al aire, en alguna frase leída en una muralla.
Y la medida de las cosas. ¿Cuánto mides tú ahora en mi vida? ¿Tres centímetros? ¿12 leguas? ¿3 cucharadas de azúcar? ¿Un mes llorado? ¿Una caluga feliz? ¿Una canción de Los Prisioneros? 
¿Cuánto mido yo? ¿Cuánto miden mis abuelos? ¿Cuánto mide el amor? ¿Cuánto mide el odio? ¿Cuánto mide la universidad?
Y el cuestionamiento de las medidas estandarizadas. ¿Estás seguro de que tres centímetros miden tres centímetros?
Y el cuestionamiento del cuestionamiento. ¿Qué derecho tenía yo a cuestionar? ¿Qué derecho tenía a usar una medida? ¿Qué derecho tenía a inventar una medida, un tiempo, una forma de acercarse?
¿Y si todos empezáramos a medir las distancias por cantidades de naranjas?
-¿A cuánto queda tu casa de acá?
-Mmmm...como a 28 naranjas de distancia, pero no te preocupes, llegaremos como en 52 conejos.
Y podría parecer perfectamente lógico.
¿Quién mide lo que mide? ¿Quién es medido cuando mide?
Pero no. A veces te veo en sueños mirándome y preguntándome cosas, pero tu boca no pronuncia palabra. Pareces un reflejo, cada vez más, como si te alejaras...como si fueras solo una caricatura de mi forma de ver las cosas. Porque...cuando te pienso, lo que pienso no eres tú, es solo una sombra de ti. Cuando te veo, lo que veo no eres tú. Pero así te quiero, así te quise. ¿Qué más te puedo decir?
Las medidas nunca fueron exactas. La dialéctica siempre estuvo destrozándonos demasiado mientras nos creaba por todos lados.
¿Estás seguro de que exististe aquí conmigo en ese momento preciso, en ese lugar?
La luz. La oscuridad. Nuestra capacidad de crear agujeros negros, arrancar hojas de golpe y colocar otras. Nuestra costumbre de quemar libros, de quemar gente, de quemar casas, de quemar la vida.
Yo antes escribía cosas y hacía dibujos y ahora los escritos me escriben y los dibujos me dibujan, mientras estoy distraída... 
Nuestra dialéctica fue modificada y reformulada. El diálogo pasó a la categoría de lo imaginario, a la medida de las naranjas y los conejos.
¿Dónde estamos ahora? ¿Vamos? ¿Venimos? ¿O las dos al mismo tiempo?
Yo antes me preguntaba cosas y ahora las cosas me preguntan.





No hay comentarios:

Publicar un comentario